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La madre de Mohammad lo espera a su llegada a casa. Foto: Pelu Vidal |
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Mohammad, en la centralita del servicio de emergencias de la Media Luna Roja, en Jenin. Foto: Pelu Vidal |
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La madre de Mohammad lo espera a su llegada a casa. Foto: Pelu Vidal |
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Mohammad, en la centralita del servicio de emergencias de la Media Luna Roja, en Jenin. Foto: Pelu Vidal |
Publicado en Discapacidad en Palestina
Texto: Mar Mato
Jenin (Yenín) es una ciudad que destacó años atrás por ser el principal lugar de procedencia de los palestinos que realizaban ataques suicidas con bombas y por sufrir un asedio que dejó un excesivo número de muertos en 2002 debido a la entrada del Ejército Israelí. Mohammad Ra´oof Abed, vive en un pueblo del distrito de Jenin, en Cisjordania. Lleva desde que abrió por primera vez los ojos al mundo, 25 años luchando contra la espina bífida.
Mohammad nació con esta discapacidad pero -a pesar de ella y gracias al empeño de su madre por llevar una vida normalizada- en la actualidad realiza estudios universitarios, juega al baloncesto, es voluntario de la Media Luna Roja, con la que colabora ACPP, e incluso tiene tiene tiempo para echar partidas a las cartas y fumar con sus amigos en su bar preferido de la aldea.
Sus principales problemas radican en el desplazamiento por el centro de la ciudad (sin aceras adaptadas para él que lo obligan a desplazarse por el medio de la calle) y el acceso a su dormitorio en la vivienda de sus padres. Su cuaerto se encuentra en un segundo piso al que accede él mismo sin ayuda. Realizar reformas en la vivienda para adaptarla es imposible para su familia campesina. La Autoridad Nacional Palestina tampoco se hace cargo de la obra.
La forma en la que aprendió a subir los escalones valiéndose de la fuerza de sus brazos para arrastrarse a sí mismo y a su silla a través del pasamanos la aprendió en un curso especializado para gente con discapacidad en un centro de la Media Luna Roja.
Allí, también le indicaron la mejor manera para moverse entre el tráfico donde no tiene problemas, a excepción del encontrazo con conductores poco sensibles que no dudan en tocar la bocina para animarle a ir más rápido o que lo adelantan a gran velocidad y medio centímetro del atropello. Para ellos, Mohammad tiene siempre palabras para que comprendan.
Publicado en Discapacidad en Palestina
«El año pasado, por primera vez en Palestina, logramos que dos estudiantes sordas que acudían a nuestros centros especiales lograsen llegar a la universidad. Para ellas, es un gran logro personal, pero también sirven de ejemplo y ánimo al resto de los niños que intentarán ser como ellas». Suher Albadarneh, directora del Departamento de Desarrollo de Capacidad y Rehabilitación de la Media Luna Roja Palestina, no esconde su orgullo al resaltar este hito.
En la sede central de la Media Luna Roja (Palestinian Red Crescent Society, en su denominación en inglés) en Ramalah, Albaddarneh recuerda cómo ambas chicas pertenen al grupo de miles de niños palestinos sordos que tanto en Gaza como Cisjordania han recibido la atención de esta ONG.
Sólo en la actualidad, la Media Luna Roja en sus centros de atención diaria en Palestina,da servicio a 381 niños sordos con edades comprendidas entre los 3 y 20 años de edad, desde la guardería hasta que finalizan Secundaria.»En las guarderías sin atención especial, no pueden ser escolarizados, ya que necesitan una educación especial para aprender a pronunciar, leer… Nosotros les enseñamos a hablar», detalla la responsable del departamento de Rehabilitación de la Media Luna Roja.
En la guardería de Ramalah, un jueves de mañana -previo al día de descanso del viernes, que representa para los palestinos el ansiado domingo de los españoles- se ve el esfuerzo de las profesoras y los pequeños por aprender en unas clases llenas de color y actividad. Cartas, juegos, ejercicios con la mano y la boca para aprender a emitir sonidos guiándose por el golpe de la voz, suponen los primeros pasos de estos niños sordos para hacerse entender en el mundo.
Para un mejor desarrollo, desde tempranas edades, la ONG ofrece clases reducidas en la guardería (en el caso de la situada en la sede la organización en Ramalah no se superan los seis alumnos) así como atención individualizada de manera que poco a poco aprendan a modular la voz dentro de sus posibilidades, leer los labios y aprender el lenguaje de los signos, sin olvidar -por supuesto- «la integración social», añade Suheir Albadarneh.
Texto: Mar Mato Fotos: Pelu Vidal
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